A grandes rasgos, el meme puede definirse como una composición visual de naturaleza digital que transmite elementos culturales de una comunidad interpretativa a través de las redes digitales y que es susceptible de evolucionar a medida que es propagado en la web; en este sentido, el meme tiene un carácter comunicativo que no solo transmite una imagen sino una idea- concepto que a partir de su recepción y reinterpretación, va justamente transmitiéndose como un gen cultural, es decir, como lo más básico de la cultura de la que surge y a la que va dirigido. Así, el meme, en su carácter de catalizador interpretativo se convierte en una unidad semiótica capaz de trascender en las interacciones sociales ya que refuerza y reproduce valores culturales que el propio meme naturaliza a partir de ser una imagen cotidiana, basada en el sentido común, fundamentalmente, y que pueden ir acompañada de texto o no.
Como narraciones sencillas, los memes tienden a popularizarse entre los usuarios de las redes sociales digitales. La ironía, el humor, la parodia y la crítica, son la entraña del meme. Claro está, como lo he mencionado, el contexto de producción y recepción es fundamental para que el meme sea eso: el nodo donde se aglutina lo esencial de la cultura popular. Una
cultura que, aunque se llame popular, se ha nutrido de una cultura hegemónica
que la mayoría de las veces, es fundamental para la reinterpretación del meme. Como fenómeno comunicativo, éste necesita compartirse en un contexto donde el sentido común lo viralice.
El meme surge en un momento específico de las vivencias sociales, por ejemplo, en tiempos de la actual pandemia por el SARS-COV-2, hemos visto cómo circulan memes que tienen un carácter “conocido” que reconocemos y ayudamos a viralizar.
Hay memes que surgen de productos culturales diversos, como las series televisivas, las mascotas famosas, o los personajes del momento que son noticia. Otros tantos se anclan en la apropiación de obras de arte que tienen un carácter universal porque justamente forman parte de ese arte hegemónico del cual hemos aprendido no solo a mirar, como diría J. Berger, sino a construir nuestros referentes estéticos y nuestros capitales culturales. Muestra de ello es la “Gioconda”, de L. Da Vinci, a la que suele intervenírsele constantemente, ya sea con un cubrebocas, o agregándole unos kilos de más a sus cachetes para aludir a cómo saldremos todos después del confinamiento obligado. Pero si hay un meme que en lo personal lo he traído en la cabeza constantemente, es el de “Ceci n´est pas une pipe” (“Esto no es una pipa”), que alude a la obra de R. Magritte y que en las variadas crisis epocales por las que estamos pasando en este movido siglo XXI, suele insertarse en las plataformas digitales para funcionar como meme. Para estos tiempos de pandemia se puso de moda el de “esto no es una escuela”, en donde se podía ver justo ese texto y la imagen de un ordenador portátil. Sin embargo, para efectos de este texto me interesa acercarme al meme siguiente:
Este meme circula cada que en la Ciudad de México se avisa del corte de agua. La imagen, como se ve, está compuesta por un camión cisterna de agua y justo la frase célebre que acompañó la pintura de Magritte (1928-1929) y en la que se ve es una imagen pintada de una pipa y por ello, esa representación no era en sí la pipa. Sin duda, en el fondo de la pintura como en el fondo del meme del camión cisterna, lo que se muestran es una paradoja ya que, para casi todos, la imagen de algo es la cosa en su referencialidad.
Nuestra cultura visual está basada en la imitación como representación y por ello, en su momento, a Magritte se le acusó de no estar bien de la cabeza ya que aquello representado era una pipa, pese a que la frase que la acompañara dijera lo contrario. Hoy, a casi un siglo ya de esa pintura, la idea-concepto de fondo se sigue usando, y no para apostar por la paradoja, ni jugar, desde la herencia estructuralista saussureana en términos de la arbitrariedad del lenguaje, sino para reiterar algo que está en el dominio popular de quienes vivimos en la Ciudad de México y que es la carencia de agua.
La lectura que esta imagen convoca es justamente en tono irónico pues la pipa, coloquialmente como se le conoce al camión cisterna, no alcanza para todos
quienes habitamos aquí. Es importante aclarar que este meme responde al
contexto mexicano y que es “la pipa”, no la de fumar, sino la del agua. “La
pipa”, retomando a R. Barthes, funciona como denotación, pero sobre todo como
connotación: la carga cultural es la que le da el sentido, es decir, el ámbito
comunicativo que es lo que funciona en este meme.
(Texto generado para el Diplomado Escrituras expandidas, Cátedra José Emilio Pacheco, UNAM, México, 2020)