Ubicado en la orilla oriente del Centro Histórico, el barrio de La Merced ha escrito su historia desde que a principios del siglo XVII llegaran a la Nueva España los frailes mercedarios y fundaran el Convento de Nuestra Señora de La Merced, hasta ser el símbolo que dio nombre al mercado que, tras una larga vida lateral al Convento, logró usurpar el papel protagónico de la zona al ser reconstruido en 1957 como el estandarte del centro de abastos más importante de la República Mexicana. En la actualidad, este barrio forma parte de la tradición comercial de la Ciudad de México pero además, es un barrio con una rica presencia cultural en el que confluyen historias variadas que se actualizan día con día, intentando recuperar la memoria colectiva a partir de los trazos que dibujan las crónicas citadinas, el quehacer cultural vivo de la zona y la participación ciudadana de una colectividad al filo de lo cotidiano.
La Merced es referencia obligada para quienes andan en búsqueda de comprar cualquier variedad de frutas, verduras, productos de limpieza para el hogar, trastos, cordelería y canastos. La Merced es también el sitio por donde corre Anillo de Circunvalación y su consabida zona de tolerancia que abre su marcha en la calle de San Pablo. Y justo en el corazón de este barrio, en la esquina de las calles Talavera y República del Salvador, se levanta, sobre monumentos prehispánicos de adobe, Casa Talavera, un edificio del siglo XVII, que fue casa de acogida de la familia del Marqués de Aguayo y posteriormente, el sitio donde alguna vez se ubicó la fábrica de loza de Talavera. Después de eso, Casa Talavera ha sido sitio de muchos, sin una definición específica, hasta que en 2001, se convirtió en el Centro Cultural de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Desde entonces, Casa Talavera se ha convertido en un referente de la zona en tanto lugar que fomenta la socialización, así como el espacio universitario desde donde se realiza uno de los proyectos socio-culturales más ambiciosos de la zona: la recuperación de la memoria colectiva del barrio, a partir de distintos proyectos de participación comunitaria, en los que actualmente los estudiantes de la carrera de Comunicación y Cultura de la Universidad, tienen un papel fundamental de intervención en el barrio.
Teniendo como base el diálogo con la comunidad, quienes laboran en Casa Talavera han hecho suyas las necesidades e intereses comunes de los locatarios del barrio que han podido sintetizar en proyectos como los talleres de pintura, bailes finos de salón, arte urbano, percusiones, periodismo y fotografía, entre otros; el Cine club, la ludoteca y demás actividades culturales como las semanas culturales dedicadas al performance, a la resistencia cultural y a otras acciones culturales alternativas; la radio comunitaria y la gaceta bimestral Mambo La Merced. Sin duda, cada uno de estos proyectos ha abierto posibilidades distintas al trabajo comunitario, pero, quizá, el trabajo específico de la gaceta, ha sido una de las experiencias comunitarias más logradas ya que durante el tiempo que se editó, de 2004 a 2006, se logró la participación directa de los vecinos que desde el ejercicio de edición y escritura directa, pudieron dar voz a sus historias de vida con el afán de recuperar la memoria de la comunidad.
Asimismo, muchos de los eventos que se han organizado más allá de las puertas del Centro Cultural, se han extendido hacia otros espacios representativos del barrio como la plaza Juan José Baz, mejor conocida como “Plaza Aguilita”, que acoge a un sinnúmero de vendedores ambulantes, transeúntes, vecinos y gente sin hogar; el mercado mismo de La Merced, involucrando a los “diableros” y “marchantes” en proyectos como el “Laboratorio de Creación”, a cargo de los artistas Gabriel Macotela y Eloy Tarcisio. También, en esta plaza se han organizado talleres de pintura para niños de la calle, cuenta cuentos o bien, se han organizado tremendos bailes con grupos como Pepe Arévalo y sus mulatos, o conciertos con cantautores como Rafael Catana y el Mastuerzo, entre otros.
Quizá el motivo principal de extender sus muros sea la necesidad de consolidar un trabajo que ayude a construir la identidad de un barrio que se conoce peligroso y áspero, en donde el fenómeno de la diversidad cultural está presente pues la afluencia continua de personas que se acercan al barrio con fines comerciales, irrumpe la esfera de lo cotidiano de los avecindados. Huelga decir que el espacio arquitectónico de Casa Talavera se presta para ser admirado y forma parte de los rincones históricos de esta ciudad que trata, en palabras de la responsable del Centro Cultural, Emma Messeguer, “de trabajar a partir de la apropiación de los espacios públicos” para ir estableciendo, poco a poco, una interacción con la comunidad y de ahí, comenzar a desarrollar los proyectos específicos que han ido surgiendo a lo largo de estos 17 años de su existencia, de los cuales, muchos de ellos, se han generado desde las organizaciones sociales que existen en la zona. Un ejemplo de ello es el trabajo que se ha realizado con las “Mujeres Independientes” y las “Mujeres de la tercera edad”, ambas organizaciones de trabajadoras sexuales del lugar, quienes han encontrado en este recinto un espacio para reunirse regularmente, pues allí tienen un foro de discusión, un espacio alternativo de esparcimiento y un medio de participación comunitaria. También, Casa Talavera es espacio de exhibición pues ha albergado exposiciones importantes como “Zoología de la tinta”, del pintor Francisco Toledo y “Una espina”, del fotógrafo Gabriel Figueroa Flores.
Casa Talavera ha logrado posicionarse como un referente cultural para la comunidad de La Merced, un barrio popular que es caleidoscopio de rostros, olores, colores, humores, giros lingüísticos y comerciales, y en donde la Universidad está apostando por consolidar un proyecto cultural público, sin duda, un rasgo fundamental que debe considerarse cuando se habla y se escribe sobre el patrimonio histórico de la Ciudad de México.
*Publicado en la revista Cultura Urbana, Año 3; Núm. 75; enero-febrero, 2021.